Top posts
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El duelo o la refutación del horóscopo
Los dos hombres nacen el mismo día, a la misma hora. Sus vidas no se cruzan hasta que son enamorados por la misma mujer. Entonces se encuentran y pelean por ella. Uno de ellos obtiene la victoria y el amor. Al otro le corresponde el dolor, la humillación...
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Tres muertes
Era otoño. Por la gran carretera rodaban a trote largo dos carruajes. En el primero viajaban dos mujeres. Una era el ama: pálida, enferma. La otra, su criada: gorda y de sanos colores. Con la mano rolliza enfundada en un guante agujereado trataba de arreglar...
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Jodynka
No comprendo esa terquedad. ¿Por qué te obstinas en madrugar y mezclarte con la gente del pueblo, cuando puedes ir mañana con la tía Viera, directamente a la tribuna? Desde allí lo verás todo. Ya te he dicho que Behr me ha prometido que entrarás. Además,...
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El fantasma de Canterville
I Cuando el señor Hiram B. Otis, el ministro de Estados Unidos, compró Canterville-Chase, todo el mundo le dijo que cometía una gran necedad, porque la finca estaba embrujada. Hasta el mismo lord Canterville, como hombre de la más escrupulosa honradez,...
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El pequeño vigía lombardo
En 1859, durante la guerra por el rescate de Lombardía, pocos días después de las batallas de Solferino y San Martino, donde los franceses y los italianos triunfaron sobre los austriacos, en una hermosa mañana del mes de junio, una sección de caballería...
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¡Adiós, Cordera!
Eran tres: ¡siempre los tres! Rosa, Pinín y la Cordera. El prao Somonte era un recorte triangular de terciopelo verde tendido, como una colgadura, cuesta abajo por la loma. Uno de sus ángulos, el inferior, lo despuntaba el camino de hierro de Oviedo a...
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Una víctima de la publicidad
Conocí a un chico, fallecido el año pasado, cuya vida fue un prolongado martirio. Desde que tuvo uso de razón, Claude se había hecho este razonamiento: «El plan de mi existencia está trazado. No tengo más que aceptar las ventajas de mi tiempo. Para marchar...
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El cerdito
La señora estaba siempre vestida de negro y arrastraba sonriente el reumatismo del dormitorio a la sala. Otras habitaciones no había; pero sí una ventana que daba a un pequeño jardín parduzco. Miró el reloj que le colgaba del pecho y pensó que faltaba...
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¿Dónde está mi cabeza?
[Cuento. Incompleto] Benito Pérez Galdós - I - Antes de despertar, ofrecióse a mi espíritu el horrible caso en forma de angustiosa sospecha, como una tristeza hondísima, farsa cruel de mis endiablados nervios que suelen desmandarse con trágico humorismo....
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El milagro de la vida
Fue entonces, después de tanta espera, al ver que ya, nadie volvería a recogerlo, que el gigante, así llamado por su gran tamaño, declaró, pues, es la hora de partir, y me iré por mi cuenta. Había quedado solo, todos sus amigos habían sido elegidos y...
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Proyecto enomis
Eran ya las diez de la noche cuando, por fin, bajé del coche. Le di un vistazo por si acaso no estaba bien aparcado, y me encaminé hacia mi casa reflexionando sobre el trabajo que me esperaba el día siguiente. Como siempre, fue un día horrible: la prisa,...
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Yo acuso*
[Carta al Presidente de la República Francesa. Texto completo] París, 13 de enero de 1898 Carta a M. Félix Faure Presidente de la República Francesa Señor: Me permitís que, agradecido por la bondadosa acogida que me dispensasteis, me preocupe de vuestra...
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El estudiante
En principio, el tiempo era bueno y tranquilo. Los mirlos gorjeaban y de los pantanos vecinos llegaba el zumbido lastimoso de algo vivo, igual que si soplaran en una botella vacía. Una becada 1 inició el vuelo, y un disparo retumbó en el aire primaveral...
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El otro yo
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la naríz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo. El...
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frritt-flacc
¡Frritt...!, es el viento que se desencadena. ¡Flacc...!, es la lluvia que cae a torrentes. La mugiente ráfaga encorva los árboles de la costa volsiniana, y va a estrellarse contra el flanco de las montañas de Crimma. Las altas rocas del litoral están...
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el caso de la doncella perfecta
-Ah, por favor, señora, ¿podría hablar un momento con usted? Podría pensarse que esta petición era un absurdo, puesto que Edna, la doncellita de la señorita Marple, estaba hablando con su ama en aquellos momentos. Sin embargo, reconociendo la expresión,...
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Aniuta
Por la peor habitación del detestable Hotel Lisboa paseábase infatigablemente el estudiante de tercer año de Medicina Stepan Klochkov. Al par que paseaba, estudiaba en voz alta. Como llevaba largas horas entregado al doble ejercicio, tenía la garganta...
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El tamborcillo sardo
Durante la primera jornada de la batalla de Custozza, el 24 de julio de 1848, sesenta soldados de un regimiento de infantería de nuestro ejército, que habían sido enviados a una altura para ocupar cierta casa solitaria, se vieron de pronto asaltados por...
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Noche blanca
No hay en nuestra casa más que un lecho, demasiado ancho para ti, un poco estrecho para nosotros dos. Es casto, blanco del todo, desnudo del todo; ningún cubrecama oculta, en pleno día, su honesto candor. Los que vienen a vernos lo miran tranquilamente,...
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Un expreso del futuro
-Ande con cuidado -gritó mi guía-. ¡Hay un escalón! Descendiendo con seguridad por el escalón de cuya existencia así me informó, entré en una amplia habitación, iluminada por enceguecedores reflectores eléctricos, mientras el sonido de nuestros pasos...
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Mi vecino Jacques
I Yo vivía entonces en la calle Gracieuse, en la buhardilla de mis veinte años. La calle Gracieuse es una calleja escarpada que baja de la colina Saint-Victor, por detrás del Jardin des Plantes. Subía las dos plantas -las casas son bajas en esa zona-...
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Angéline o la casa encantada
Hace cerca de dos años, iba en bicicleta por un camino desierto del lado de Orgeval, más allá de Poissy, cuando la brusca aparición de una vivienda a orillas del camino me sorprendió de tal forma que salté de la bicicleta para contemplarla mejor. Se trataba,...
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HISTORIA DEL QUE NO PODIA OLVIDAR.
El ruso Salzman tuvo muchas novias. Y a decir verdad solia dejarlas al poco tiempo. Sin embargo jamas se olvidaba de ellas. Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla. Y Salzman lloraba por la ausencia de ellas....
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Lunes o martes
Perezosa e indiferente, sacudiendo con facilidad el espacio de sus alas, conocedora de su camino, pasa la garza sobre la iglesia, bajo el cielo. Blanco e indiferente, ensimismado, el cielo cubre y descubre sin cesar, se va y se queda. ¿Un lago? ¡Quítale...
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La gallina degollada .
Todo el día, sentados en el patio, en un banco estaban los cuatro hijos idiotas del matrimonio Mazzini-Ferraz. Tenían la lengua entre los labios, los ojos estúpidos, y volvían la cabeza con la boca abierta. El patio era de tierra, cerrado al oeste por...