Top posts
-
La creación
La mujer y el hombre soñaban que Dios los estaba soñando. Dios los soñaba mientras cantaba y agitaba sus maracas, envuelto en humo de tabaco, y se sentía feliz y también estremecido por la duda y el misterio. Los indios makiritare saben que si dios sueña...
-
El jugador
Aquel no era un domingo cualquiera del año 67. Era un domingo de clásico. El club Santa Fé definía el campeonato contra el Millonarios, y toda la ciudad de Bogotá estaba en las tribunas del estadio. Fuera del estadio, no había nadie que no fuera paralítico...
-
Las ruinas circulares
Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba,...
-
La casa de Asterión
Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión. Apolodoro, Biblioteca, III,I Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo...
-
Sábado de Gloria
Desde antes de despertarme, oí caer la lluvia. Primero pensé que serían las seis y cuarto de la mañana y debía ir a la oficina pero había dejado en casa de mi madre los zapatos de goma y tendría que meter papel de diario en los otros zapatos, los comunes,...
-
El príncipe feliz
En la parte más alta de la ciudad, sobre una columnita, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz. Estaba toda revestida de madreselva de oro fino. Tenía, a guisa de ojos, dos centelleantes zafiros y un gran rubí rojo ardía en el puño de su espada. Por...
-
El mundo
Un hombre del pueblo Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. El mundo es eso- reveló-. Un montón de gente, un mar...
-
La historia del arte
Un buen día la alcaldía le encargó un gran caballo para una plaza de la ciudad. Un camión trajo al taller el bloque gigante de granito. El escultor empezó a trabajarlo, subió a una escalera, a golpes de martillo y cincel. Los niños lo miraban hacer. Entonces...
-
Obdulio
Sorpresa en el estadio Maracaná: Uruguay gana el campeonato mundial de fútbol de 1950. Al anochecer, Obdulio Varela huye del hotel, asediado por periodistas, hinchas y curiosos. Obdulio prefiere celebrar en soledad. Se va a beber por ahí, en cualquier...
-
Los colores
Eran blancas las plumas de los pájaros y blanca la piel de los animales. Azules son, ahora, los que se bañaron en un lago donde no desembocaba a ningún río, ni ningún río nacía. Rojos, los que se sumergieron en el lago de la sangre derramada por un niño...
-
El peligro
La A tiene las piernas abiertas La M es un subibaja que va y viene entre el cielo y el infierno. LA O círculo cerrado, te asfixia. La R está notoriamente embarazada. -Todas las letras de la palabra AMOR son peligrosas- comprueba Romy Díaz- Perera. Cuando...
-
La huella del pulgar de san Pedro
Ahora, tía Jane, te toca a ti -dijo Raymond West. -Sí, tía Jane, esperamos algo verdaderamente sabroso -exclamó en tono festivo Joyce Lempriére. -Vamos, vamos, no se burlen de mí, queridos -replicó la señorita Marple plácidamente-. Creen que por haber...
-
El caso del bungalow
-Ahora recuerdo un caso... -dijo Jane Helier. Su bello rostro se iluminó con la sonrisa confiada del niño que busca aprobación. Era la sonrisa que conmovía a diario al público de Londres y que había hecho la fortuna de los fotógrafos-. Le ocurrió a una...
-
El hombre que pedía demasiado
Satanás: ¿Qué pides a cambio de tu alma? Hombre: Exijo riquezas, posesiones, honores, distinciones... Y también juventud, poder, fuerza, salud... Exijo sabiduría, genio, prudencia... Y también renombre, fama, gloria y buena suerte... Y amores, placeres,...
-
Melania y Akulina
Aquel año llegó pronto la Semana Santa. Apenas se había terminado de viajar en trineo, la nieve cubría aún los patios y por la aldea fluían algunos riachuelos. En un callejón, entre dos patios, se había formado una charca. Dos chiquillas de dos casas...
-
La extraña muerte de fray Pedro
Visitando el convento de una ciudad española, no ha mucho tiempo, el amable religioso que nos servía de cicerone, al pasar por el cementerio, me señaló una lápida en que leí, únicamente: Hic iacet frater Petrus. -Éste -me dijo- fue uno de los vencidos...
-
La larva
Como se hablase de Benvenuto Cellini y alguien sonriera de la afirmación que hace el gran artífice en su Vida, de haber visto una vez una salamandra, Isaac Codomano dijo: -No sonriáis. Yo os juro que he visto, como os estoy viendo a vosotros, si no una...
-
Pobres gentes
En una choza, Juana, la mujer del pescador, se halla sentada junto a la ventana, remendando una vela vieja. Afuera aúlla el viento y las olas rugen, rompiéndose en la costa... La noche es fría y oscura, y el mar está tempestuoso; pero en la choza de los...
-
Las fresas
I Una mañana de junio, al abrir la ventana, recibí en el rostro un soplo de aire fresco. Durante la noche había habido una fuerte tormenta. El cielo parecía como nuevo, de un azul tierno, lavado por el chaparrón hasta en sus más pequeños rincones. Los...
-
La llegada
El hijo de Pilar y Daniel Weinberg fue bautizado en la costanera. Y en el bautismo le enseñaron lo sagrado. Recibió una caracola: -Para que aprendas a amar el agua Abrieron la jaula de un pájaro preso: -Para que aprendas a amar el aire Le dieron una flor...
-
Los tres ermitaños
Cuando oren no usen vanas repeticiones, como los paganos, porque éstos creen que serán atendidos hablando mucho. No los imiten, porque antes de que ustedes lo pidan ya el Padre de ustedes conoce sus necesidades. San Mateo, Cap. VI, Ver. 7 y 8. El arzobispo...
-
Sin querer
Volvió a las seis de la mañana y, según costumbre, pasó al cuarto de aseo; pero, en lugar de desnudarse, se sentó o, mejor dicho, se dejó caer en una butaca... Poniendo las manos en las rodillas, permaneció en esa actitud cinco, diez minutos, quizás una...
-
Ilia
Vivía en la región de Ufim un bachir llamado Ilia. Hacía apenas un año que lo había casado su padre, cuando éste murió, dejándole poca cosa. Ilia tenía en aquel entonces siete yeguas, dos vacas y veinte carneros. Pero era un muchacho trabajador y ahorrativo;...
-
HISTORIA DEL QUE PADECIA LOS DOS MALES.
En la calle Caracas vivia un hombre que amaba a una rubia. Pero ella lo despreciaba enteramente. Unas cuadras mas abajo dos morochas se morian por el hombre y se le ofrecian ante su puerta. El las rechazaba honestamente. El amor depara dos maximas adversidades...
-
HISTORIA DEL QUE SE DESGRACIO EN EL TREN
Jaime Gorriti tomaba todos los dias el tren de las 14.35. Y todos los dias se fijaba en una estudiante morocha. Con prudente astucia trataba de ubicarse cerca de ella y -a veces- ligaba una mirada prometedora. Una tarde empezo a saludarla. Y algunos dias...